10 de octubre de 2010

Idea

Estamos rodeados de conexiones. Sí. Las conexiones de nuestros pensamientos crean ideas que nos atrapan en este mundo tan particular, el de la mente.
Ordenamos nuestro mundo para darle sentido, o al menos que nos parezca que lo tiene. Nos aferramos a ideas que forman parte de nuestro recuerdo para construir "nuevos" recuerdos, tan oxidados como la inexistente aguja de aquel reloj que nunca se dejó ver. Cerramos los ojos, y rebuscamos una y otra vez en nuestro sistema parcialmente ilimitado y sólo encontramos lo que queremos vislumbrar. Sólo vemos ideas que creamos para solventar el momento y sentir que hacemos lo correcto, que estamos en lo cierto. Sin embargo, pese a nuestro vacuo esfuerzo, no creamos nada nuevo, sino que reinventamos algo que ya tenemos. Nos autoconvencemos de ello, incluso cuando a la realidad ya no le queda ningún matiz para que se pueda contrastar con el sueño.
Pero así somos. Soñadores no de sueños, sino de realidades perdidas que nunca dejan de formar parte de nosotros. De miedos y temeridades modeladas por el aliento de la duda. Seres que se creen capaces de soportar y ganar un futuro, con las armas aprendidas en el pasado...